Octubre de 1988.
Unos días antes del 20 aniversario del movimiento estudiantil, el Comité Mexicano de la Nueva Canción (CMNC), que aglutinaba entonces a buena parte de los músicos y cantantes mexicanos radicados en México, de lo que hoy llamamos trova popular contemporánea, era la organización responsable del acto artístico previo al mitin político conmemorativo del movimiento, en la Plaza de las Tres Culturas. Se presentaron algunos artistas que ya en 1968 se distinguían por su actitud comprometida con las causas populares: Óscar Chávez, Los Nakos y Los Folkloristas.
Un día antes del 2 de octubre se nos presentó un gravísimo problema técnico: en el último momento nos avisaron que no íbamos a contar con el equipo de sonido contemplado que se utilizaría también en el mitin. Con angustia, en busca de una solución, fuimos a buscar a Julio Solórzano, miembro también del CMNC, quien estaba en esos momentos en el Auditorio Nacional, donde se presentaba Mercedes Sosa, ya entonces buena amiga del movimiento de la nueva canción mexicana, del cual había incorporado a su repertorio la canción Americana, de Gustavo López, compositor juchiteco.
En ese trance aprovechamos para saludar a Mercedes y comentarle lo que sucedería al día siguiente en Tlatelolco.
Lo del sonido se arregló. En algún momento del recital, haciendo caso omiso de su condición de extranjera y sólo con su convicción a cuestas, apareció Mercedes Sosa en la plaza. Se acercó a quienes conducíamos el acto y nos preguntó si podíamos prestarle un micrófono.
Ante nuestro asombro, sin acompañamiento musical alguno cimbró, usando la expresión de Julia Marichal, a los miles de asistentes que escuchaban perplejos cómo La Negra, sin añadir más palabras que las que cantaba, nos convocaba: “¿Quién dijo que todo está perdido?, yo vengo a ofrecer mi corazón…”
Como Violeta diría, y parafraseando a Julio Hernández: “Gracias a la vida, que nos dio tu canto…” Mercedes.
Anthar G. López Tirado
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