31 mayo, 2009

Rubén Jaramillo: historia de una traición y crimen de estado

Nació en Tlaquiltenango, Morelos en el año de 1900. Ingresó a la lucha zapatista del Ejército Libertador del Sur a las órdenes directas de Emiliano Zapata cuando sólo tenía la edad de 14 años, con quién luchó en contra de los caciques del sur a favor de las reformas agrarias del Plan de Ayala.

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El 23 de mayo se cumplieron 47 años de uno de los acontecimientos más graves en la historia contemporánea de México: el asesinato de Rubén Jaramillo, su esposa Epifania Zúñiga
Pifa (en avanzado estado de embarazo) y sus hijos Enrique, Filemón y Ricardo. Su hijita Raquel breves momentos antes de que se llevasen a su familia, logra salirse y evadir el cerco policiaco-militar, siendo así la única sobreviveinte. Los hechos de Xochicalco, en lo fundamental, están aclarados. El 23 de mayo de 1962, como a las dos y media de la tarde, se presentaron alrededor de 60 militares y civiles frente a la calle de Mina número 12, en Tlalquitenango, Morelos, domicilio de la familia Jaramillo. Heriberto Espinosa alias El Pintor, se introdujo a la casa y con violencia obligó a salir a Rubén, su esposa e hijos, quienes fueron secuestrados, al mismo tiempo que elementos del ejército y la policía sustraían los documentos agrarios en poder del jefe campesino morelense. Dos horas más tarde, cerca de Xochicalco, los miembros de la familia Jaramillo fueron acribillados y rematados en la cabeza con el tiro de gracia. Las armas y municiones eran reglamentarias, esto es, de uso exclusivo del ejército y la Policía Judicial Federal.

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Mientras que la represión en el campo no era nada nuevo, este operativo, llevado a cabo en pleno día, contra una familia entera, para acribillar a un líder campesino que tres años antes había sido amnistiado, causó un fuerte impacto. Tanto así, que la historia de su muerte ha sido más recordada que el movimiento que encabezó; una lucha que duró casi dos décadas y media y representa un vínculo esencial entra la lucha agraria de la Revolución y las movilizaciones campesinas que marcaron el siglo XX.
Su origen en la tierra de Zapata, su trayectoria que incluyó la defensa de ejidatarios y pequeños productores, movilizaciones electorales, lucha guerrillera y tomas de tierra, hacen del jaramillismo y de su líder un ejemplo de las diversas modalidades de resistencia campesina. Veterano zapatista, pastor metodista, partidario de Lázaro Cárdenas, dos veces candidato a gobernador de Morelos, miembro del Partido Comunista y guerrillero, la figura de Jaramillo es difícil de clasificar. Sin embargo, aparece una constante: la habilidad de Jaramillo para dar expresión a la dignidad campesina por medio de distintas corrientes ideológicas. Como tal, el líder agrario encarnó la diversidad de procesos sociales que vive el campo. La lucha jaramillista empieza en 1942, a raíz de una huelga en el ingenio azucarero de Zacatepec donde obreros y campesino se unieron para exigir respeto a sus derechos. Jaramillo, uno de los principales líderes de la huelga, fue perseguido por los pistoleros del gerente. Decidió, junto con decenas de campesinos, que era el momento de retomar las armas enterradas desde la Revolución. Jaramillo da inicio así al primero de tres levantamientos armados, acciones que revelan la vigencia del legado zapatista. Aunque recurrir a las armas fue una medida de autodefensa, los jaramillistas presentaron una visión programática. Enumerada en su Plan de Cerro Prieto, este documento contextualiza las injusticias locales dentro de un marco que condenaba tanto el capitalismo como el imperialismo. Este plan es el primer indicio de un proceso de radicalización que se daría a través de sus años de lucha; una radicalización que iba tomando forma cada vez que la represión se recrudecía. Este primer levantamiento terminó en 1945 cuando el presidente Manuel Avila Camacho concede una amnistía a Jaramillo. Los jaramillistas forman entonces el Partido Agrario Obrero Morelense (PAOM), que en 1946 postula a Jaramillo para gobernador de Morelos. En su campaña, los jaramillistas reclaman un retorno a las reformas cardenistas, sobre todo las que podrían hacer viable la vida campesina. El PAOM logra grandes movilizaciones, pero con el fraude y una buena dosis de represión, el partido oficial impone su candidato. Para 1951 se abre nuevamente un espacio que permite a los jaramillistas participar en la lucha electoral. Esta vez, la movilización del PAOM coincide con una escisión dentro del PRI en la cual Miguel Henríquez Guzmán se lanza contra el candidato oficial Adolfo Ruiz Cortines. Para una buena parte de la población y especialmente en el campo, las elecciones de 1952 crearon la esperanza de rescatar las reformas sociales que desde 1940 el gobierno venía desmantelando. Jaramillo se lanza otra vez para gobernador y las movilizaciones del PAOM crecen. Crece también la represión y el PRI se impone nuevamente. Cerradas las posibilidades de restablecer el cardenismo, los jaramillistas recurren una vez más a la tradición zapatista. Armados, y de nuevo en la clandestinidad, proclaman otra versión del Plan de Cerro Prieto donde exponen con mayor contundencia la traición que el PRI ha hecho de la Revolución. Cercadas las vías democráticas desde arriba, Jaramillo recurre a la democracia desde abajo. Durante los siete años que duraría esta clandestinidad, recorre el campo morelense, orientando a los campesinos que lo albergan y lo protegen. Insiste en que hagan valer sus derechos. Al llegar al poder en 1958, Adolfo López Mateos ofrece otra amnistía a Jaramillo quien decide aprovechar el retorno a la vía legal para ampliar su lucha. Al frente de 6 mil campesinos, presenta una solicitud para colonizar los llanos de Michapa y Guarín. Su proyecto combinaba demandas típicamente agrarias con planes de construir cooperativas para comercializar los productos que allí se cultivarán. Aunque los jaramillistas reciben inicialmente la aprobación, el Departamento Agrario pronto da marcha atrás, favoreciendo en su lugar un proyecto empresarial. Ya empezadas las obras de los jaramillistas, el Ejército los despoja, reproduciendo así una conocida dinámica: el gobierno insiste que los jaramillistas se apeguen al proceso legal mientras responde con el uso de fuerza ilegal. Jaramillo considera volver a la clandestinidad, esta vez no sólo como medida de autodefensa, sino para asentar las bases de un levantamiento popular. Es en este momento, en 1962, que Jaramillo y su familia son asesinados, una temprana manifestación de la guerra sucia que en los años 70 atentaría contra aldeas enteras en Guerrero. Si bien su asesinato se convertiría en un símbolo de la suerte que corren los grupos que bajan la guardia y confían en la palabra del gobierno, Jaramillo deja también como legado una fértil tradición de lucha.

Tanalís Padilla

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Ulises Martínez Flores

—“Con nueve balas en el cuerpo, y dos pa’ colmo en la cabeza, me cuesta mucho trabajo concentrarme”, piensa Rubén Jaramillo, ahí tumbado dentro de una barranca a unos metros de las ruinas arqueológicas de Xochicalco.

...el 23 de mayo de 1962, Rubén Jaramillo da sus últimas bocanadas en una barranca de Xochicalco.

Si todavía pudiera mirar no quisiera hacerlo. Sabe que a su lado muere su Pifa, Epifanía Zúñiga, su compañera de toda la vida que guarda a su hijo en gestación, y también sus hijos adoptivos: Enrique, Filemón y Ricardo.

No, no quiere verlos con él en la barranca de Xochicalco. Vuelve a huir con sus recuerdos, ahora a los tiempos del general Lázaro Cárdenas, cuando él y su compadre Mónico Rodríguez organizaron el ingenio azucarero de Zacatepec. Y luego las primeras traiciones, las del avilacamachismo, que lo llevaron en 1942 a dirigir la huelga de los obreros y campesinos azucareros y, al final, a decidir volver a levantarse en armas, como cuando su general Zapata, pero ahora enarbolando el Plan de Cerro Prieto.

Los días siguientes, la “gran prensa” lo tachará de “siniestro personaje”, de “delincuente contumaz”, de asesino, de asaltante y de ladrón. De las pruebas contundentes que señalan al ejército y a la policía –al gobierno, pues– como los autores del crimen, no se hablará; tampoco de la supuesta protección que la amnistía de 1958 le otorgaba; ni de que semanas antes de su asesinato todavía había buscado los cauces legales para que el viejo lema de “Tierra y libertad” se cumpliera conforme a derecho.

Ya anochece y con nueve balas en el cuerpo le cuesta trabajo concentrarse. Jaramillo vuelve a recordar a su general Zapata y piensa: “¿Chinameca será igual que Xochicalco… y Xochicalco será igual que Tlatelolco… y que la sierra de Guerrero… y que Guadalupe Tepeyac… y que Acteal… y que Aguas Blancas… y que El Charco… y que Atenco… y que las barricadas de Oaxaca…?

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Tenía al morir 62 años; Epifania 47; sus hijos adoptivos militantes de las Juventudes Comunistas de México Enrique 20, Filemón 24 y Ricardo 28; su único hijo sanguíneo: meses de gestación. En su bolsillo se encontraron noventa centavos. Nunca se realizó una investigación. La masacre hasta la fecha sigue impune.

18 mayo, 2009

Muere Mario Benedetti... uno de los grandes en la literatura con sentido social, reflexivo y político.

"No escribo para el lector que vendrá, sino para el que está aquí, poco menos que leyendo el texto sobre mi hombro" Mario Benedetti.

Uruguay, y el mundo de las letras, está de luto por la muerte de uno de sus escritores más queridos. Mario Benedetti, uno de los autores uruguayos contemporáneos más reconocidos en su país y en el mundo falleció este domingo en Montevideo a los 88 años de edad.

Benedetti padecía un delicado estado de salud desde hacía varios años y había estado hospitalizado recientemente.

Sin embargo, su pasión por la escritura, una ocupación que lo mantuvo activo durante 60 años, continuaba formando parte de su vida hasta los últimos días.

Según sus allegados, el prolífico autor de más de 80 títulos entre novelas, ensayos, poemas y relatos, continuaba activo hasta hace poco, preparando su siguiente obra, un libro de poesía.

"Cuando tengo una preocupación, un dolor o un amor, tengo la suerte de poder transformarlo en poesía", afirmaba.

En agosto pasado, durante la presentación del que se convirtió en su último libro, "Testigo de uno mismo", Benedetti leyó algunos de sus últimos poemas en un video filmado en su casa, donde ya se apreciaba su deteriorado estado de salud.

La muerte de su esposa y compañera de más de seis décadas en 2006 llenó de tristeza al autor, quien en su última obra hacía referencia a la soledad, a la vida sin su amada y se refería al final de sus vidas.

Acontece la noche y estoy solo/ cargo conmigo
mismo a duras penas/ al buen amor se lo llevó la muerte/ y no sé
para quién seguir viviendo.

Carrera prolífica

El escritor comenzó su carrera literaria en 1949 y fue también periodista. Obtuvo trascendencia internacional con su novela "La tregua", publicada en 1960, traducida a 19 idiomas y llevada al cine, al teatro y la televisión.

El poeta uruguayo también incursionó en el mundo de la música.

Activo militante de izquierda, vivió en el exilio en Argentina, Cuba y España, durante el régimen militar que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985. En esa época publicó obras de marcado contenido político como el ensayo "El escritor latinoamericano y la revolución posible", los cuentos "Con y sin nostalgias" y los poemas "Viento del exilio".

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, lo condecoró con la Orden Francisco Miranda, en la que fue su última aparición pública en diciembre de 2007 y reconoció a Benedetti como un ícono de la izquierda latinoamericana. El mandatario hizo referencia al compromiso social que reflejó el autor en su vida y en su obra.

Benedetti dijo una vez que si bien "los poetas no tienen capacidad de influir sobre los gobiernos", sí "llegan al ciudadano de a pie, y a veces sirven para esclarecer una duda, para dar una tímida respuesta a una pregunta que tiene alguien".

El autor uruguayo incursionó también en el mundo de la música y muchos de sus versos fueron convertidos en canción. El catalán Joan Manuel Serrat compuso un disco inspirado en sus poemas y titulado "El Sur también existe".

Junto a su compatriota, el cantante Daniel Viglietti, Benedetti se presentó ante auditorios multitudinarios con espectáculos realizados en su país y en el exterior.

Benedetti obtuvo varios reconocimientos internacionales, como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1999), el Premio Iberoamericano José Martí (2001) y el Premio Internacional Menéndez Pelayo (2005).

Sin embargo, el mayor reconocimiento ha sido el de su público, que seguramente extrañará su presencia pero que continuará regocijándose con su vasto legado.

El fallecido escritor uruguayo Mario Benedetti, cuya obra apuntaba a conmover a los lectores en lo más profundo, es considerado uno de los mejores exponentes de la literatura iberoamericana.

Autor prolífico y variado, su producción consistió en más de 80 libros, incluyendo poemas, novelas, cuentos, ensayos, obras de teatro, crónicas de humor y guiones de cine.

Entre sus numerosos títulos pueden mencionarse "Inventario", "La tregua", "Gracias por el fuego", "Montevideanos", "La muerte y otras sorpresas" y "Pedro y el capitán".

Algunos de sus textos fueron incluso musicalizados por cantautores como el español Joan Manuel Serrat, como "Currículum", "El sur también existe" y "Una mujer desnuda y en lo oscuro".

La diversidad de la obra de Benedetti parece desafiar todo intento de clasificar al autor, aunque en ella se reconoce un inconfundible estilo que intenta conquistar al lector "movilizándolo" humanamente, seduciéndolo.

Ciertamente, el escritor habla de aquello que nos concierne a todos: el amor, el odio, la alegría, el dolor, el miedo, la amistad, la envidia, la plenitud, la soledad y el tedio.

"No escribo para el lector que vendrá, sino para el que está aquí, poco menos que leyendo el texto sobre mi hombro", decía Benedetti.

Quizás por eso su obra se universalizó y lo convirtió en el literato uruguayo más traducido y leído en el exterior.

Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay. Hijo de Brenno Benedetti y Matilde Farugia, fue bautizado con cinco nombres, siguiendo la costumbre italiana: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno.

Estudió en el Colegio Alemán de Montevideo y en el Liceo Miranda, y trabajó como vendedor, taquígrafo, contable, funcionario público y periodista.

Benedetti se integró a la redacción del célebre semanario "Marcha" entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y 1974, cuando fue clausurada la publicación.

Nació a la literatura con el libro de poemas "La víspera indeleble" en 1945, año en el que se casó con Luz López Alegre, su gran amor y compañera de vida.

Pero fue el volumen de cuentos "Montevideanos" (1959) -donde toman forma las principales características de la narrativa de Benedetti- el que le valió su consagración como escritor.

Y con la novela "La tregua" (1960) obtuvo reconocimiento internacional: esta obra tuvo más de un centenar de ediciones, fue traducida a 19 idiomas y llevada al cine, al teatro, a la radio y a la televisión.

En 1974, la versión cinematográfica de "La tregua", dirigida por el argentino Sergio Renán, fue nominada al Premio Oscar a la mejor película extranjera.

Exilio

Benedetti abandonó Uruguay tras producirse el golpe militar en 1973, iniciando así un largo exilio de más de una década que lo llevó a residir en Argentina, Perú, Cuba y España.

Regresó a su país en 1983, iniciando el proceso que bautizó como "desexilio": una experiencia con huellas tan profundas en lo vital como en lo literario, que motivó muchas de sus obras.

Benedetti fue, también, un escritor de fuerte contenido político, fundamentalmente en sus ensayos y artículos periodísticos, pero también en sus poemas de amor.

"La política es también una forma del amor (aunque no viceversa). Hay que aventar cierta mentirosa imagen que suele presentar al luchador político como un ser tan riguroso en su disciplina que es incapaz de amar como cualquier hijo de vecina", comentaba el escritor.

En la última etapa de su vida, Benedetti vivió alternativamente en Uruguay y España para atender a sus múltiples compromisos y evitar el frío por sus problemas de asma. Pero tras la muerte de su esposa en 2006, se estableció definitivamente en Montevideo.

A lo largo de su carrera recibió numerosas distinciones, entre ellas los premios Llama de Oro de Amnistía Internacional en 1987, Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1999 y Méndez Pelayo en 2005.

En diciembre de 2007 fue condecorado con la orden Francisco de Miranda en grado de "generalísimo" por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en una ceremonia llevada a cabo en Uruguay.

Ya estarás rumbo a donde camina el Pedro... y seguramente al Capitán ni lo vas a saludar. Gracias por tus palabras y reflexiones Benedetti... y pues ya estará en breve contándole a otras fulanas y fulanos, sus historias, sus cuentos, sus poemas, sus anécdotas.


¿dónde leer mas sobre el tal Benedetti?... abajito unos links

Lee AQUÍ su: TEORÍA Y PRÁCTICA

Aquí, algunos libros con cuentos del Benedetti

Aquí, muchas lecturas... pero en verdad mucho del trabajo del Mario

05 mayo, 2009

Carlos Marx ... agitador, revolucionario, economista, filosofo..

Federico Engels dijo: Marx era un genio; los demás, a lo sumo, somos hombres de talento. Sin él, la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente su nombre.

Tal vez el mayor mérito histórico de Marx consiste en haber forjado la ciencia que trata de las leyes más generales que rigen el desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano, esto es, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Con ello mostró el camino no sólo para la comprensión del mundo, sino también para su transformación por la vía revolucionaria.

Carlos Marx nació el 5 de mayo de 1818 en Treveris, una antigua ciudad medieval enclavada en la Prusia renana. En el siglo X fue, con Roma, uno de los centros de la cristiandad. Su padre, Enrique Marx, era un abogado de origen judío, culto y libre de prejuicios religiosos que admiraba la filosofía del siglo XVIII y enseñó a su hijo a leer las obras de librepensadores como Locke, Diderot, Voltaire pero sobre todo Kant. l padre de Marx, que desde hacía mucho tiempo no practicaba, seguía siendo judío, se convirtió en 1824 al cristianismo para escapar a la descriminación que sufrían los judíos tras la reincorporación de Renania a Prusia. Por su parte, Marx escribió el 13 de marzo de 1843 en una carta a Arnold Ruge: La religión israelita me inspira repulsión.

Nadie como Marx puso a la sociedad por delante del Estado, dando la vuelta al pensamiento hegeliano y enfrentándose luego a Lassalle a causa de la veneración de éste por el Estado.

Las ideas científicas y políticas de Marx cristalizaron en una época en que en Alemania y otros países de Europa maduraban importantes acontecimientos históricos. El fortalecimiento del capitalismo en los países de Europa occidental llevaba a la agudización de la lucha de clases, al impulso de los movimientos democrático-burgueses y de liberación nacional. Si bien espontánea e inconscientemente, el proletariado se rebelaba ya contra la opresión capitalista, haciendo su entrada en la escena histórica. En la Alemania atrasada y semifeudal, fraccionada económica y políticamente, donde las masas trabajadoras sufrían un doble yugo -el de los vestigios del feudalismo y el del capitalismo naciente- maduraba la revolución democrático-burguesa.

En la Universidad de Berlín, Marx leyó de todo pero estuvo muy influido por el pensamiento de Hegel que, convenientemente manipulado, era la doctrina oficial del Estado prusiano. Hegel había muerto en 1831 y no era en absoluto responsable del modo en que quienes decían ser sus herederos, retorcían sus postulados, especialmente aquel de que todo lo real es racional.

Cerrada la vía de la docencia, Marx se lanzó al periodismo, que era una forma de agitación política desconocida hasta entonces en Alemania. Desde abril de 1842 empezó a colaborar con la Gaceta Renana que convirtió en una tribuna para propagar las ideas avanzadas y luchar contra la reacción política y el oscurantismo.

En el periódico Marx empezó a caer del cielo a la tierra, de lo abstracto a lo concreto. Su puesto de observación le permitió conocer de cerca la situación de los trabajadores. El contacto directo con la lucha de las amplias masas de Alemania y su conocimiento del movimiento obrero de otros países influyeron grandemente en el joven Marx y le hicieron comprender la necesidad de profundizar sobre problemas nuevos para él, los problemas económico-sociales. La aparición de una nueva clase, el proletariado, en la palestra de la lucha hizo que Marx sintiese curiosidad por las publicaciones socialistas que habían aparecido en Inglaterra y Francia. Engels dice que Marx le habló posteriormente más de una vez de que el estudio de la ley sobre la tala ilícita y de la situación de los campesinos de Mosela le indujeron a pasar de la política a la economía y, de este modo, al socialismo. Como correspondía a un demócrata revolucionario, en una serie de artículos, Marx asumió la defensa de los intereses materiales de las masas populares. Aquí se perfila el paso de Marx del idealismo al materialismo y de la democracia revolucionaria al comunismo. Pero aún faltaba un trecho.

Gracias a Marx, la Gaceta Renana fue adquiriendo una orientación democrática y revolucionaria. El gobierno de Prusia estableció una rigurosa censura sobre el periódico, asustado por el rápido aumento de su influencia. Bajo la dirección de Marx se triplicó el número de suscriptores, alcanzando los tres mil, un número alcanzado por muy pocos periódicos en Alemania. Los artículos que superaban la censura eran reproducidos por otros medios y se citaban elogiosamente. Estaba a punto de convertirse en el periódico más importante de Alemania cuando en enero de 1843 el gobierno dispuso su suspensión a partir del 1 de abril del mismo año después de haberse publicado unos artículos subversivos, entre ellos uno de Marx sobre los sufrimientos de los viñadores de la región del Mosela.

Antes de salir de Alemania, Marx contrajo matrimonio con Jenny von Westphalen, amiga suya desde la infancia, a la que se había prometido siendo estudiante. Pasó el verano y el otoño de 1843 en Kreuznach, muy cerca de Treveris, donde inició la redacción de la Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, publicada en los Anales Franco-Alemanes en 1844 y de la que se conserva el manuscrito inconcluso

Marx no sólo comienza a interpretar con un criterio materialista los fenómenos sociales, sino que desarrolla la concepción materialista del mundo que, antes de él, era mecanicista y metafísica. Basándose en el materialismo, Marx afirma que una teoría no puede prender en las masas más que cuando refleja sus necesidades cotidianas y sus intereses vitales.

En la Contribución a la crítica de la filosofía del Derecho de Hegel, Marx señaló por primera vez al proletariado como única clase revolucionaria capaz de conseguir la emancipación social no sólo de sí misma, sino de todas las clases de la sociedad. Además, por primera vez, identifica al proletariado como el motor de la revolución y demuestra que es una clase que, por su situación, puede y debe ser la portadora de la teoría revolucionaria, de la filosofía avanzada: Del mismo modo que la filosofía encuentra en el proletariado su arma material, así también el proletariado encuentra en la filosofía su arma espiritual. ¿Dónde reside la posibilidad real de la emancipación humana universal?

El pensamiento de servir a la humanidad, expresado ya por él en la escuela, toma ahora un carácter revolucionario más concreto y eficaz.

Aunque valoraba altamente los méritos de Feuerbach, Marx señaló la limitación e inconsecuencia de su materialismo. A diferencia de Feuerbach, Marx trataba de elaborar una concepción materialista consecuente, que no sólo abarcara la naturaleza, sino también la sociedad.

Aunque defendía el sufragio universal y la república democrática como importantes conquistas políticas, Marx consideraba al Estado –incluso al Estado burgués con su parlamento- como una institución transitoria que expresaba la alienación de la sociedad humana. Defendía que el sufragio universal y la democracia anunciaban la superación del Estado e incluso de la sociedad capitalista: En el Estado político abstracto, la reforma del derecho de voto es una disolución del Estado, pero también la disolución de la sociedad civil. De forma embrionaria en 1843 perfilaba ya el objetivo final que ha animado al movimiento comunista en toda su historia: el desaparición del Estado.

En febrero de 1848 apareció en Londres el Manifiesto Comunista, obra inmortal de Marx y Engels. En este documento programático del comunismo científico, se hizo por vez primera una exposición concisa de la teoría revolucionaria. El Manifiesto está todo él consagrado a fundamentar científicamente la inevitabilidad histórica de la destrucción del capitalismo y su sustitución a consecuencia de la revolución, por una nueva sociedad, por la sociedad sin clases.

Termina el Manifiesto del Partido Comunista con un llamamiento a la revolución: Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar.¡Proletarios de todos los países, uníos!

Al fundarse la Internacional recayó sobre Marx un enorme trabajo político de partido. Tenía que trabajar de noche para escribir El Capital. Su organismo no pudo soportar tal tensión y Marx comenzó a enfermar cada vez más a menudo.

A fines de 1865, Marx terminó el borrador de El Capital. Pero, al empezar la preparación del primer tomo para la imprenta, volvió a redactar el manuscrito, reduciéndolo. En abril de 1867, Marx llevó personalmente el manuscrito a Hamburgo para entregarlo al editor. El 5 de mayo del mismo año, el día de su natalicio, recibió la primera prueba.

La muerte de Carlos Marx puso término a su trabajo en El Capital. Los manuscritos que dejó necesitaban una redacción suplementaria. Esta tarea recayó sobre Federico Engels, quien realizó un inmenso trabajo, preparando para la imprenta el segundo tomo en 1885 y el tercero en 1894. Hablando de estos dos volúmenes, Lenin señalaba que eran obra común de Marx y Engels. Debía servir de broche a la grandiosa obra económica de Marx un cuarto tomo, con la historia crítica de la cuestión central de la economía política: la teoría de la plusvalía. Después de morir Carlos Marx, Engels pensaba redactar el manuscrito para editarlo aparte, como tomo IV de El Capital. Sin embargo, Engels no pudo cumplir su propósito, y dicho trabajo no vio la luz hasta después de la muerte de Engels, apareciendo en 1905-1910, editado por Kautsky, con el título Teoría de la plusvalía.

El Capital es una creación inmortal que coronó la actividad científica de Marx. La doctrina económica de Marx constituyó una verdadera revolución en la economía política. Tan sólo un teórico libre de la limitación y los prejuicios egoístas de las clases dominantes, de las clases explotadoras, podía someter a una auténtica investigación científica la anatomía de la sociedad capitalista, es decir, su economía.

Al poner al desnudo el mecanismo de la explotación capitalista, Marx descubrió la verdadera fuente de la plusvalía, que consiste en la apropiación del trabajo no pagado del obrero por la clase de los capitalistas. La plusvalía es la diferencia entre el valor creado por el trabajo del obrero y el valor de su fuerza de trabajo, es decir, el valor de los medios de vida necesarios para el obrero y su familia. La teoría de Marx acerca de la plusvalía descubrió el secreto de la explotación capitalista, cuidadosamente enmascarado. Después de la creación de la teoría materialista sobre las leyes del desarrollo de la sociedad humana, la teoría de la plusvalía fue el segundo y más grande descubrimiento del genial teórico del proletariado

Al final de sus años: con enfermedades constantes y en condiciones económicas muy apremiantes. En veinte años de vida en el destierro de Londres se produjeron no pocos cambios en la familia de los Marx. Crecieron Jenny y Laura; en 1870 cumplíó 15 años Eleanor. Las tres hijas de Marx brillaban por sus dotes y capacidades, por su inteligencia. Era propio de ellas la solidaridad por los oprimidos y el deseo de contribuir a su lucha emancipadora. La hija mayor de Marx estudió con entusiasmo la historia del movimiento obrero y las ciencias sociales. Laura se hizo una excelente traductora: tradujo varias obras de su padre, entre ellas el Manifiesto Comunista, al francés.

A Marx le gustaba el vino, lo que es natural en quien había nacido en Mosela, la Rioja alemana. También tenía pasión por el tabaco. Él mismo decía, a modo de broma, que El Capital ni siquiera le había dado para pagar el tabaco que se había fumado preparándolo. Además, como no tenía dinero, fumaba un tabaco infecto, y de este modo acortó considerablemente su vida y contrajo la bronquitis crónica que tanto le hizo sufrir durante sus últimos años.

La muerte de su esposa, ocurrida el 2 de diciembre de 1881, fue un tremendo golpe para él, y Marx empeoró mucho de salud. El viaje que hizo a Argelia y al sur de Francia para curarse una pleuritis y la vieja bronquitis que le aquejaba no le reportó ninguna mejoría. Al poco tiempo, una nueva desgracia se abatió sobre él: murió Jenny, su hija mayor, esposa del socialista francés Carlos Longuet y madre de cinco hijos, que eran los favoritos de Marx. No pudo soportar esos dos golpes extremadamente dolorosos. Algo tosco por naturaleza, Marx, por extraño que parezca, quería mucho a su familia.

En enero de 1883, Marx volvió a caer gravemente enfermo, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente. El 14 de marzo, al pasar de su dormitorio al despacho, Marx se dejó caer en un sillón y se durmió apaciblemente para siempre. Estaba a punto de cumplir 65 años.

En su cartas dirigidas a todos los confines del mundo, Engels comunicó a los amigos y camaradas la enorme pérdida que había sufrido el movimiento obrero internacional (la correspondencia que Marx y Engels intercambiaron en el transcurso de sus vidas y la que mantuvieron con los corresponsales con los que estuvieron en contacto, es muy voluminosa. El número total de cartas de este epistolario supera las 10.000 aproximadamente. Los historiadores ya han encontrado más de 4.000 cartas escritas por ambos, de las cuales 2.500 son las que se intercambiaron entre ellos y otras 10.000 son las escritas por ellos a terceros. Además, se sabe de la existencia de otras 6.000, aunque no fueron remitidas).

El sábado 17 de marzo de 1883, Marx fue enterrado en el cementerio de Highgate en Londres. Engels pronunció sobre su tumba un discurso, hablando de la hazaña de Marx como sabio y como revolucionario, de su lucha abnegada y heroica por la causa proletaria, por un futuro mejor para toda la humanidad. Engels concluyó el discurso con estas palabras: ¡Su nombre y su obra vivirán a través de los siglos!